lunes, 25 de junio de 2012

No estaba en nuestro destino

Hoy acuso a la luna si es que hay que echarle la culpa a algo o alguien por haberte traído una vez más a mis noches silenciosas que ya empiezan a ser monótonas. Anoche sentado en este sillón, intentaba no sacarle más conclusiones a lo que soñé o creí ver cuando observaba el cielo estrellado, estaba realmente maravillado ante la inmensidad de la vía láctea cuando cerré mis ojos para evitar disfrazar mis pensamientos; no, no puede ser que intentando deshacerme de tensiones aparezcas dibujada entre las estrellas, anoche no me hizo falta pincel alguno para encontrarte entre Marte y Saturno. Tuve que cerrar los ojos porque creía volverme loco ante tanto centelleo que me persuadía dibujándome la silueta de tu cuerpo, hasta esa brisa veraniega se camufló haciéndose pasar por tus manos y sentí tal sacudida en mi cuerpo que me hizo llorar, siempre apareces cuando menos me lo espero, cuando menos preparado estoy para recibirte. ¿Y cuándo lo estoy? Siempre te cuelas con esa maestría y destreza para invitarme a un último abrazo, ese que quedó pendiente precisamente una noche de verano. Me levanté con la intención de que la cama me ayudase a mitigar esa angustia, me tumbé y el techo impregnado de luna me trajo de nuevo esa sensación de sentirme aún más culpable por haber atendido aquella mujer que resbaló cerca del andén y tuve que acompañar al centro sanitario más cercano, ese gesto amable hacia aquella desconocida hizo que no pudiese despedirme de ti, perdí mi tren para que tú no perdieras el tuyo. Posiblemente nunca te llegue esta carta ni llegues a saber que no fue mi intención no aparecer por aquella estación, llevaba en ella más de dos horas, intentando memorizar alguna despedida sin torpeza, secándome el sudor inoportuno de las manos que la cobardía provoca. Por lo visto no estaba en nuestro destino vernos ni despedirnos ese día, como tampoco abrazarnos.


domingo, 17 de junio de 2012

Desorden monocromático

Siempre intentando ordenar mi desorden, si busco en mi armario no encuentro a la primera lo que busco, ¡no tengo remedio, sigo siendo un desordenado! 



En la pandilla nos organizábamos por tres tipos, los desordenados y desastres, ahí yo era el líder; los que desordenaban a ratos y ordenaban después, de este grupo eran la mayoría restantes; y luego estaban los meticulosos, que en realidad sólo había uno, Pablo. Entrar en su habitación era como entrar a una tienda de esas en las que eres atendido y no te dejan mover ni un sólo trapo, sus jerseys estaban ordenados por colores, tonalidades y estaciones, nunca había nada fuera de sitio y si por alguna razón entrábamos Albert y yo en su habitación e intentábamos hacerle la broma de ponérselo todo patas arriba él no hacía ni decía nada, creo que con ello consiguió que no lo hiciésemos eso más de tres veces, es más, creo que soportaba cualquier cosa de nosotros porque le servíamos de modelo para sus experimentos fotográficos.

jueves, 14 de junio de 2012

Desempolvando recuerdos



Llega el buen tiempo y toca hacer una limpieza más general a este apartamento, como cada año una limpieza más profunda, sacar lo mejor y lo peor de los rincones, extraer y remover recuerdos causados por pertenencias que ya ni nos pertenecen, limpiarle el polvo a las dudas, sacarle el brillo a las causas y motivos por las que se quedaron en eso, en recuerdos. Al final para volver a meterlo todo en cajas y encontrármelo de nuevo en la próxima limpieza y volverme a enojar por no haber eliminado tanto trasto dañino, de nuevo volveré a mirarlo todo con atención y le echaré la culpa a la música, a esas notas que se cuelan y localizan nuestras más recónditas células sensibles y nos traen el pasado como si lo estuviésemos viviendo ahora, como los sueños, como esos pensamientos, toda una serie de imágenes inexistentes y engañosas que casi puedes tocar.
Hacía tiempo que no sentía mis diecisiete años tan cerca, las manos de Iván han tenido la culpa, o mejor dicho, las notas de su piano. Iván es el hijo de un vecino que irrita al vecindario con su aprendizaje y ensayos, aunque he de decir que a mí nunca me molestó, quizás porque noto como prospera día a día, nadie nace enseñado y mucho menos para la música.